Pequeños detalles de esas horas muertas.

Humo que flota.
Sientes como cada hilo de aire entra por los orificios de la nariz y te invaden el cuerpo hasta llegar a tu cabeza y sientes esa sensación  de alteración de los sentidos pero entorpecimiento de ellos a la misma vez.
Entre risas estúpidas y silencios perfectos, callas y la miras, sientes tu respiración y escuchas una y otra vez esas palabras en tu cabeza que te dicen que la devores.

Pero hoy, solo me concentraré en saborear cada poro de tu piel , en hacer un sándwich de sentimientos con cada uno de los abrazos, de sentir la suavidad que posee tu espalda, tu costado, y pararme en tu ombligo, ese siempre ha sido mi lugar favorito, mi pequeña silueta redonda perfecta, que acaricio tan despacito con la yema de mis dedos, apoyo mi nariz sobre el e inhalo toda esencia que lleva escondida, que tan solo YO se su secreto, ni tú, ni nadie, tan solo yo.
Elevo la vista hacia tus ojos, contemplo bajo la luz tenue la silueta de una pequeña sonrisa en tu cara.
Sonrío.
Me acerco a tu boca.
Un pequeño despiste y eres carne entre mis dientes, saliva entre mi lengua, una droga sin instrucciones de uso.
Ahora, cierra los ojos y disfruta el momento, tan solo tú y yo en esta pequeña habitación, pecando con la mayor inocencia del mundo.